lunes, 20 de diciembre de 2010

Adiós flaquito Ibarra

Adiós flaquito Ibarra





Y eso fue todo flaquito Ibarra. Llegó la hora de tu despedida. Te vas con más pena que gloria; pero no te vas por el resultado adverso del último partido, que a la postre no es más que una simple anécdota e historia repetida para un mismo final, con goles agónicos. Te vas porque una y otra vez, desnudaste tus carencias futbolísticas, esa falta de conocimientos tan básicos, de cómo instruir a un equipo y pararlo correctamente en la cancha y, a falta de estos atributos, tampoco supiste motivar a un grupo de jugadores endebles sicológicamente, que se derrumbaba en cada gol que le convertían y de asombrosa fragilidad física dentro de la cancha.


Acuérdate flaquito, cuántos puntos perdiste sobre la hora, por no saber trabajar un resultado y más encima, jugando de local. Y te hablaría en chino, si te cuento de cómo hay que plantarse al filo del reglamento, con el mismo objetivo de sumar puntos. No pasaste de formar un equipo inocentón e ingenuo y así no se llega a ninguna parte.


Recuerda flaquito, esas lindas chambonadas que te mandaste, cuando sacabas un delantero y ponías un lateral, para dar vuelta un resultado. Y ni hablar, cuando sustituías, sin ton ni son, a otro que hacía un partido decente. O insististe en “chiquilines sin historia”, que se pasmaron hace rato, quedándose en segundo plano.


Flaquito, te cuento que hasta un niño de ocho años, sabe que con este tipo de jugadores nunca pasará nada, ya que parecen jinetes y parten en desventaja y despreciados por el rival. Ellos sólo juegan a “no embarrarla”, muy inseguros de sí y con eso, es absolutamente imposible que se consigan loros.


No te olvides de todas los minutos que permaneciste atornillado en la banca, sin dar instrucciones y tampoco incentivabas a tus jugadores, desde el borde de la cancha. Igual tus ayudantes, tan indiferentes y sin sangre caliente en las venas.


En este desastre final, no culpes a la mala suerte; al contrario gozaste de una fortuna privilegiada, porque muchos goles surgieron de la nada –igual que en el desempeño del “pomada” Percic-, cuando reinaba la confusión y en medio del desorden no se visualizaba por dónde podrían llegar los festejos.


Tampoco demostraste don de mando, cuando en un trascendente lanzamiento penal, dejaste que lo ejecutara un jugador con cero prestigio en ese tipo de jugada.


Nunca olvides, que si armas un equipo de enanitos “no pasará nada”; observa a los equipos que han logrado cosas importantes y verás que abundan los jugadores altos y de estatura normal.


Mira, a cuántos jugadores diste el visto bueno para la contratación y se constituyeron en turistas, principalmente llegados desde Argentina.


Flaquito, tienes que marcharte con dignidad y no andar “poniéndote a la lata” para ver si te renuevan el contrato. No, porque lo tuyo es demasiado conocido, predecible y sin futuro. Y, principalmente, demasiado evidente, como para analizar la monstruosa y errónea posibilidad de seguir dirigiendo al equipo puma.


Cada domingo, la hinchada llegaba temerosa al estadio, con la incertidumbre de no saber si iba a ganar y tampoco si jugaría bien, más allá de un plantel bien poquita cosa, pero que hubiese obtenido logros mayores, si hubiese trabajado arduamente los mil detalles que suceden en cada partido de fútbol y de los cuales se podría haber sacado provecho.


Acuérdate, de todos esos tiros de esquina desperdiciados en jugadas tontas, cortitas, mal ejecutadas, que originaban un descalabro en contra.

Flaquito, todos esos halagos que te dispensan ciertos “alaracos del micrófono”, son falsos; lo realizan simplemente por cuidar su trabajo y no quedarse sin entrevistas. Fíjate más en la opinión del hincha común y corriente, ese de la galería y comprobarás que en absoluto quedaron conforme con tu trabajo, porque tú “no sabes ver bien el fútbol” y a partir de allí se gesta todo tu fracaso.


Y por supuesto, debe interesarte la opinión de los que saben de este cuento, que observaron tu accionar minuciosamente y comprobarás que tu evaluación es muy deficiente.


¿De dónde sacaste ese beibi fútbol pichanguero al borde del área? Cien por ciento anunciado, improductivo, ocioso, estéril. Sin rapidez, sorpresa, ni viveza, todo es nulo y cada partido se arrastraba, a merced del rival, cuando un pachanguero perdía el balón de tanto toquecito.


Por último flaquito, te voy a contar que junto con tu partida, sólo deben quedar en el plantel tres jugadores. El portero Carrizo; Richard Olivares y “pastelito” Méndez. El resto, no es apto para conformar un equipo de primera.

miércoles, 15 de diciembre de 2010

CDA 2 - S.MORNING 1

Un triunfo que apareció de la nada



Ricardo Araya Maldonado
El Hincha más Hincha del CDA


Fue un triunfo conseguido exclusivamente por esas sorpresivas e inexplicables “cosas del fútbol”, porque después del empate visitante, el equipo local se vino abajo anímicamente y sus arrestos de fútbol desaparecieron por completo, quedando a merced de los delanteros autobuseros. Y si no estiraron las cifras, se debió simplemente a la suerte y a la impericia de los santiaguinos para definir el cotejo.


Santiago Morning, se farreó el partido. Inmediatamente, después del empate, tuvo seis oportunidades clarísimas de gol; desperdiciadas por balones que rebotaban en los fierros del arco; tiros apenas desviados; tole-toles donde pasaba de todo; despejes angustiosos y alguna atajada fortuita del meta Carrizo, con una defensa zarandeada hasta más no poder, que dejaba amplios espacios y no atinaba a nada y tampoco reaccionaba, totalmente descompuesta, pese a los intentos del público por levantarla.


En cada avance visitante, se derrumbaba la frágil estantería puma, con el paraguayo Portillo irreconocible, después de la chambonada que se mandó y costó el empate (un rechazo débil en su área, le entregó el balón al delantero); ni hablar de Oyarzún, que perdió la marca, no reducía espacios y sólo observaba como los delanteros amarillos entraban una y otra vez por su franja.


Era cosa de esperar, porque el tanto de la desigualdad, vendría de todas maneras, sin hacer nada extraordinario; sólo había que enviar un centro a la boca del área, o un pase al vacío y quedaba la crema, con el arquero Carrizo esperando el fusilamiento. El empate ya era demasiado premio para el equipo albiceleste.


El público también lo entendió así y agotó sus fuerzas en el vano intento por “resucitar un muerto”, porque tampoco podía pedir más a un cuadro, que mostró las mismas carencias de siempre y, por lo mismo, con lo que le cuesta convertir goles, el panorama se visualizaba sombrío, ya que los antofagastinos se arrimaban a la valla visitante con los típicos toquecitos de beibi fútbol, sin ton, ni son, en el borde del área.


Hasta que llegó ese tiro de esquina, en que los que saben de fútbol, le pedían a los jugadores que lo enviaran “a la olla” y desobedecieran las instrucciones del flaco Ibarra, de jugarla cortito y que siempre terminaba en una jugadita improductiva, grotesca y que, por el contrario, generaba peligro en el otro arco, desperdiciando una oportunidad de gol, que por si mismo lo constituye un lanzamiento de esquina, aunque el CDA tenga puros enanitos.


Defensa mal ubicada, golpe de cabeza limpio, arriba y esquinado de “tronquito” Escudero y se produce el milagro, cuando restaban cuatro minutos para el término del partido y la explosión de júbilo invade el estadio, poniendo fin al sufrimiento.


Un triunfo increíble, gestado de la nada –la misma fortuna de otros partidos jugados de local-, pero ahora con el agregado, que la defensa local hizo agua vergonzosamente, con jugadores desdibujados, irreconocibles, perdidos en la posición y la marca; situación muy insólita, por decir lo menos, tratándose de jugadores profesionales que, aunque no son ningunas lumbreras, sí tienen largos años de circo, en el fútbol profesional.


Más allá de la desbordante alegría –en la despedida del año, jugando en el Estadio Regional-, la primera opción la tienen los santiaguinos que jugarán de local, conociendo el resultado que necesitan, pero por otro lado es un partido con ingredientes extras, donde podrían suceder las “cosas del fútbol”, similares a lo vivido en la cancha antofagastina.

CDA 1 - U. TEMUCO 2

El Flaco Ibarra, comienza a despedirse



Ricardo Araya Maldonado
El Hincha más Hincha del CDA






Perder en el minuto 90, después de ir ganando 1-0 hasta el minuto 87 y con un hombre de más, resulta absurdo e increíble, en un partido en que se disputaba prácticamente el ascenso al fútbol de honor.


Dentro de la ira mezclada con tristeza, es muy fácil encontrar la causa, que se debió –fundamentalmente- a la falta de oficio de este cuadro puma, pese a que contaba con varios hombres fogueados en los pastos del ascenso, pero también con varios “chiquilines sin historia”, que ya demostraron que no serán nada en el concierto nacional y un DT poco idóneo.


Para los tontitos que aún creen en la mala fortuna, les voy a explicar que la falta de oficio, consiste en no saber manejar las acciones de un partido; de no saber que es lo más conveniente para el equipo, cambiando sobre la marcha cualquier planteamiento táctico; de no saber como manejar el reloj; de no saber cómo trabajar al árbitro; de no tener un caudillo; de no tener tampoco, un jugador que le pegue “a todo lo que se mueve” (todos los grandes equipos lo tienen); de carecer de un entrenador cazurro y vivo. Y de ignorar mil detalles, en cada partido, que revelan falta de trabajo específico, concerniente a lo que “podría pasar”, en tal o cual partido.


Y por último, un arraigado desconocimiento de la historia del fútbol, porque nadie le ha contado al flaco Ibarra y a sus jugadores, que los equipos argentinos Estudiantes de La Plata e Independiente, fueron campeones de la Copa Libertadores (incluso campeones mundiales), con jugadores entre discretos y mediocres, pero que ninguno permitía que lo “miraran feo” o “le metieran el dedo en la boca”, dentro de una cancha de fútbol.


De estar a punto de ascender, al término de los 90 minutos, la triste realidad ahora indica, que sólo sirve la victoria en el partido final para acceder al último cupo de la liguilla de promoción, con poca opción ya que históricamente los clubes de primera, superan a los de potreros.


Duele, aún sabiendo que este equipo puma “nunca fue confiable”, con la certeza que la estantería podría ser derrumbada en cualquier instante; jamás apabulló al rival, siempre ganó de fortuna o ajustadamente implorando la hora y en cada partido dejaba la impresión que “algo –o mucho- le faltaba”, inclusive en los mejores momentos cuando marchaba de puntero.


Esta vez, en plena declinación futbolística y opaco desempeño de muchos de sus jugadores, que se arrastra por largas fechas, el partido contra Temuco nunca le resultó favorable en el predominio de las acciones y el cuadro sureño siempre estuvo más cerca de abrir el marcador. Sin embargo, por esas “cosas del fútbol”, los albicelestes se pusieron en ventaja con un gol del delantero Castillo, en el primer cuarto de hora del segundo tiempo.


Y fue este mismo jugador –convertido en un Angel Bustos cualquiera- que se farreó el ascenso a primera división, cuando le quiso pegar de “tres dedos” y desvió solo frente al arco; podía haber hecho mil jugadas distintas y todas se convertirían en gol, ya que estaba con todo el arco a su disposición.


Creo que, cualquiera que sea el desenlace final del CDA –con o sin liguilla- el flaco Ibarra debe ir despidiéndose del club. Ya cumplió su ciclo, sin mayor brillo, dejando a tras una secuela de errores –cualquier DT comete errores, dirán sus defensores- pero los suyos fueron a causa de ignorancia futbolística, lo cual es imperdonable para un hombre de la banca; aparte que no sabe cómo se defiende un resultado en partidos “calientes”, que por lo mismo es imposible perderlos. Y menos, cuando los árbitros ya están en los camarines.


Otra derrota o empate sobre la hora; cuento viejo y repetido: jugadores inocentones, “quedaos”, sin chispa, torpes. En palabras simples, no son “cancheros”, incluyendo al flaco Ibarra.


Cada vez que pone al chiquilín Ronald González, queda la crema, ya que hace rato es de aporte nulo. Ni hablar de Escudero, que ya se visualizó como un “tronco” consumado. “Pastelito” Méndez, ni la sombra de ese jugador de las primeras fechas y Pino, improductivo total, tanto que no siquiera se puso pichanguero. Los demás muy “regulares”, en dosis pequeñas.


Duele esta debacle casi consumada en “la puerta del horno”; claro que se veía venir hace largas fechas, cuya evidencia fue opacada por las ansias de un fanatismo a ultranza, -e igualmente denunciada- con un plantel tan poquita cosa en lo futbolístico; pero también “sin fondo” para manejar un resultado, sabiendo que contaba con una delantera pobrísima en productividad, por lo cual ante cualquier triunfo parcial se requería cuidarlo como “hueso santo” sin importar que se constituya en un equipo desagradable a la vista, pero experto en cosechar puntos.

Una fecha más y se acaba el sufrimiento. Una fecha más y ya no tendremos que soportar más a este flaquito Ibarra.

lunes, 22 de noviembre de 2010

¿Quién dijo que los milagros no existían?

¿Quién dijo que los milagros no existían?


Ricardo Araya Maldonado
El Hincha más Hincha del CDA






Fue un triunfo angustioso, difícil, pidiendo aguita y casi milagroso, el 2-1 ante Concepción, porque Antofagasta demostró las mismas falencias de siempre, “parejito” en todas sus líneas: haciendo agua en la defensa; un mediocampo convertido en un pasadizo y una delantera feble e improductiva. Es decir, nada nuevo bajo el sol, con la salvedad que asistieron tan sólo cinco mil espectadores, ya que los “yetas”, prefirieron irse para playa, debido al intenso calor de la tarde veraniega.


Por eso, a nadie extrañó la apertura de la cuenta de la visita, que jugaba mejor y después de cinco sucesivos tiros de esquina y otras tantas salvadas milagrosas del meta Carrizo, cuando los huasitos sureños entraban “como Pedro por su casa” y cabeceaban limpiecito.


La historia se repetía, mientras los aficionados se preguntaban por dónde podría venir el empate, si este equipo carecía de gol y más que eso, eternamente mezquino en prodigarse ocasiones para vulnerar la valla visitante, ante la carencia de delanteros de real valía.



 Afortunadamente, la paridad llegó casi al terminar la primera fracción, producto de las típicas refriegas dentro del área, cuando el primer tiro de esquina albiceleste iba por los aires. Esta vez, el árbitro cobró el “cogoteo” a Oyarzún y Richard Olivares, decretó la paridad con un tiro potente, al lado opuesto del arquero De Agostini, rompiendo la larguísima mala racha, pero también dejando una sensación de incertidumbre, pensando en cómo revertir esta prolongada “cuesta abajo en la rodada”, debido a la precariedad de su plantel exento de figuras y además, con la falta de vivacidad y no saber manejar situaciones, más allá de jugar bien o mal al fútbol, pero que también sirve para conseguir resultados.



Al reanudarse las acciones el CDA siguió en lo suyo, con pocas ocasiones de gol y un mediocampo sin quite, desubicado y errático. El partido estaba para cualquiera, hasta que un contragolpe local pilló desubicada a la defensa lila y por la derecha, con velocidad y mucho espacio, Osman Huerta, metió un centro retrasado que “cacheteó”, Castillo, desatando la explosión del Estadio, al reencontrarse con una victoria parcial tan anhelada, después de largas cinco fechas de local; además por la hermosura de la conquista, en una jugada llena de fútbol. Fue un atronador desahogo, al romper quizás que maleficio perseguía al equipo puma.


Los antofagastinos pudieron estirar las cifras, no sólo porque el equipo sureño estaba regalado en ataque, sino que también porque había quedado con 10 jugadores, al ganarse doble tarjeta amarilla el jugador Manuel Ormazábal.


Así y todo, el empate rondaba el área de Carrizo, que se constituyó en escollo insalvable para las pretensiones de los hombres de la octava región, incluyendo una buena dosis de fortuna.



 Por suerte, quizás quién o qué, iluminó la mente del confundido entrenador Hernán Ibarra, para hacer ingresar a otro defensor –Bascuñán- en reemplazo del chiquilín Escudero, que le falta un millón de kilómetros por recorrer para convertirse en figura. Lento, -lentísimo-, casi rudimentario por su físico pesado y lo peor ignorando conocimientos básicos de un defensor, como por ejemplo, que no puede regresar a su área, corriendo de frente a su arco, sin ver lo que hace el delantero rival.



Entretanto, la cancha seguía cargada para la valla de Carrizo, con la cooperación de los árbitros santiaguinos, sumamente dadivosos en cobrar tiros libres, sin importar la distancia, porque todos iban al área chica al borbollón de hombres, jugada que por su naturaleza, constituye real peligro de gol, donde emergió la figura de Portillo, que es donde realmente luce, cuando se trata de sacar balones desesperados, en centros “a la olla”; como buen paraguayo, estaba en su salsa.


En el contragolpe, los locales seguían sin poder liquidar el partido, por esa falla endémica de falta de finiquito y la inocencia consumada de sus players; latamente comentado, ya que jamás aflora el “instinto asesino”, cuando el rival yace a la deriva. El chiquilín Huerta, se ganó la expulsión tontamente. Cometió una infracción y en un entrevero con el defensor, éste le lanzó una patadita. Allí debió magnificar la acción y lanzarse al piso denunciando la agresión; en vez de eso, quiso el desquite y tiró la pelota un metro más allá. La candidez en todo su esplendor de este “chiquilín sin historia”, que no logra convencer a los que saben de fútbol.




Y cuando Antofagasta estaba “con el agua al cuello”, nadie se quedaba en el piso, nadie lanzaba el balón a las tribunas; nadie le ordenaba a los pasadores de pelotas que se fueran para la casa; nadie enfriaba el partido y menos el flaquito Ibarra, que aún le quedaba un cambio por realizar y valiosos segundos por ganar.



Tres puntos de oro, pero también de milagro, porque entre tantos centros y la correspondiente “tole-tole”, bien podría haber caído el empate penquista, pero allí surgió la importante faena del portero Carrizo, el mejor jugador del campo de juego.


Con los resultados de la fecha, Iquique es campeón (lo malo es que se dedicará a “echar el pelo”, en los dos últimos encuentros y más que seguro que los perderá). Antofagasta quedó segundo y depende de si mismo para lograr el otro cupo de ascenso directo.


Nada se puede vaticinar con este cuadro puma tan irregular y tan limitado en todos los sectores; pero como la tabla de posiciones está muy estrecha, serán verdaderas finales. Entonces, puede pasar cualquier cosa, tanto dentro como fuera de la cancha, incluyendo “al hombre del maletín”.


Mayor temor, si por los pasillos del fútbol siempre ronda un “matador”, que fue grande, que tiene aún influencias y que a muchos dirigentes santiaguinos, les agradaría profundamente que subiera al fútbol de honor.


Y contra eso, es imposible luchar.

sábado, 20 de noviembre de 2010

UNA PERIODISTA MUY DIFERENTE: MARINA HUERTA SOTO

Una Periodista muy diferente
Ricardo Araya Maldonado
Periodista
http://www.antofagastina.cl/


Llegó en 1988 y nunca más abandonó “La Perla del Norte”, donde ha realizado múltiples actividades procedentes de su “fábrica de ideas”, con vocación, creatividad y esfuerzo.






































Una mujer dedicada a su propio negocio, con su fábrica de ropa de colegio, deportiva y de trabajo.

Profesora, actriz de teatro y fundamentalmente “realizadora de ideas”, es parte del extenso currículum de Marina Huerta Soto, una santiaguina que arribó a la “Perla del Norte”, en 1988 y nunca más abandonó estas cálidas tierras nortinas.


Primero llegó a la oficina salitrera María Elena, acompañando a su esposo, el especialista Gerardo Valdivia, quien asumía como director del hospital, donde quedó gratamente impresionada del agreste paisaje pampino, lejos del mundanal ruido y del caótico tráfico capitalino “fue como llegar de vacaciones”, con todo el tiempo del mundo para reflexionar y mirar retrospectivamente todos aquellos años, desde que su padre quedó cesante y debió asumir la mantención de sus seis hermanos, por lo que abandonó sus estudios universitarios de Ingeniería Comercial, para trabajar en la Clínica Indisa.


Contrariamente a lo que muchos supondrían, allí no conoció a su esposo médico, porque “con Gerardo crecimos juntos, desde que éramos unos chiquilines de trece años”.


Claro que en sus ratos libres, postergó reiteradamente a su estudioso pololo, por su otra pasión que es el teatro y sus dotes de escritora de obras, dirección y actuación, llegando a formar diversos grupos de teatro, donde el futuro galeno debía conformarse sólo con mirarla desde una butaca, como un espectador más.


Fueron 14 años de trabajo intenso y extenuante en Melipilla. Cada día laboral le significaba una verdadera odisea, recorriendo enormes distancias por las calles de Santiago para llegar al Terminal de buses y emprender el viaje de ida y regreso a su trabajo, situación que le ocasionó un severo cuadro de stress, que la tuvo postrada durante seis meses en una clínica.

Ya en el norte, al cabo de un año, cambió la oficina salitrera por Antofagasta, donde Marina prosiguió con su pasión por el teatro, integrándose a los elencos de “Los Vernal” –conocido matrimonio de actores y del profesor Luis Imerio Guardia, con su grupo de teatro universitario. Fue entonces cuando decidió estudiar Periodismo “debido a mi pasión por el teatro y como respaldo para ampliar mis condiciones de dramaturga”.




























En sus tiempos mozos de actriz de teatro.




Posteriormente, cuando recibió el título de Periodista, fue uno de los instantes más felices de su vida, ya que “se lo dediqué a mi padre, quien sintió una frustración inmensa, cuando no pude seguir estudiando después que lo exoneraron, en tiempos del gobierno militar”.


A su vez, incursionó en la pantalla chica, al crear el primer canal de televisión por cable en la ciudad, llamado Telemark, que transmitía 16 horas diarias, donde fue la conductora de diversos programas, durante los tres años que duró el canal, adquiriendo una rica experiencia profesional, pero que le dejó un pesado lastre en lo económico y optó por vender todo antes de quedar en la ruina.




































Marina recibe el título universitario de Periodista.

Pero el bichito por la pantalla chica siguió y con la experiencia acumulada, echó a andar el Digital Channel y el VLP, que después transfirió a sus actuales propietarios.


Simultáneamente, administraba la sociedad de médicos, donde participaba su amado esposo.


También decidió estudiar música, ingresando al Conservatorio del Liceo Experimental Artístico. Allí aprendió a tocar bajo electrónico y perfeccionó sus conocimientos en guitarra, con las enseñanzas del músico antofagastino, Guillermo Márquez, que integraba el conjunto los Golden Stars, de mucha popularidad en la bohemia antofagastina.


En aquel colegio dio rienda suelta a su creatividad, tocando en conjuntos formados por puros “cabros” y, paralelamente, creaba grupos de teatro entre apoderados y el jardín infantil.


En tanto, Gerardo Valdivia, que tocaba acordeón en el conjunto Old Swingers, cuyos músicos son todos médicos, la llevó a la agrupación logrando un afiatado estilo musical, interpretando temas de mucho ritmo, animando fiestas, pubs y eventos especiales, en diversas ciudades del norte del país creciendo cada año en popularidad, a partir del 2002.

Aventajada guitarrista, en el conjunto Old Swingers, conformado por profesionales médicos.

Por eso, en otra inspiración de su “fábrica de ideas”, creó su propio estudio de grabación, llamado “Artificio Producciones”, donde el grupo grabó dos discos compactos, de excelente aceptación entre los que saben de música. A futuro, pretende apoyar las producciones de artistas nortinos, que yacen postergados en el anonimato.

El año 2005 ingresó al mundo de los negocios, incursionando en la confección de ropa de trabajo, deportiva y de colegio, invirtiendo en un taller de costura y bordado, con maquinarias de última generación, capaz de proveer los pedidos de grandes volúmenes con suma rapidez, para lo cual abrió un local de venta directa en calle Coquimbo Nº 820, frente al Liceo Experimental Artístico, con precios por los suelos.













Junto al cantautor cubano Silvio Rodríguez, con el cual les une gran amistad.

Claro que no por eso dejó el teatro, ya que formó grupos aficionados en el colegio British School y, por muy agotada que se encuentre, no deja de editar la revista del colegio médico, porque “todo lo hago con entusiasmo y amor, desde que asumí el desafío de partir de cero, aquí en el norte”.


Y para ello contó con el apoyo incondicional de su esposo y de sus cuatro hijas, que siempre tuvieron sus cuidados e inmenso amor, de su madre, una mujer sensible, cálida y bella.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Hay que hacer un sahumerio, contratar un sicólogo

Hay que hacer un sahumerio, contratar un sicólogo
y mandar para la casa a los “yetas”


Ricardo Araya Maldonado
El Hincha más Hincha del CDA




Al término del partido y en medio de la tristeza, alguien dijo que había que realizar un sahumerio para espantar la mala suerte que perseguía al equipo puma, jugando en el Estadio Regional; otro afirmó que debía contratarse un sicólogo, para que los jugadores aprendieran a ganar de local, sin convertirse en un atado de nervios, con tanto público en las tribunas. Y un tercero, -que medió en la conversación, sin que nadie le consultara nada- culpó a esos 8 mil “yetas”, que aparecieron de repente para subirse al carro de la victoria y que para correrlos habría que programar los partidos del CDA, a la misma hora en que juegan los “campeones de mentira”, porque así se quedarían en sus casas, viéndolos por televisión.



Yo le agregaría que habría que modificar el reglamento para que el cuadro local jugara sólo 45 minutos, porque la primera etapa es siempre una película repetida, añeja, insulsa y aburrida. Y ante Calera, no fue la excepción. Tan sólo una oportunidad de gol –al minuto de juego- en que el delantero Castillo le pegó muy fuerte, desviado, de frente y a pocos metros del pórtico, demostrando una increíble carencia de fineza técnica.

Lo demás, fueron puros caramelos para el larguilucho arquero cementero; pelotazos sin ton ni son; una que otra escapada por la banda izquierda y un continuo preguntarse del público “por donde, podría salir el gol, si este equipo carece de delanteros desequilibrantes”. A este sombrío panorama habría que agregarle que “pastelito” Méndez, estuvo irreconocible y jamás “se echó el equipo al hombro”.



En cambio, el segundo tiempo tuvo ribetes dramáticos con un equipo antofagastino que “quería, pero no podía”, por las limitantes archisabidas de un plantel conformado por “chiquilines sin historia”, jugadores discretos, ausencia de una figura descollante, de un líder y de un entrenador que sigue ignorando el abc del fútbol, insistiendo en la jugada cortita, en vez de un corner “a la olla” (que siempre será una posibilidad de gol), que termina en una chambonada típica de los tres chiflados, con un contrataque y la defensa desguarnecida, porque sus jugadores quedaron en el área rival.


Nadie podrá reprocharle nada al público, porque apoyó e intentó levantar al público; más cuando los pumas quedaron con 10 hombres por la expulsión de David Portillo y la oncena visitante comenzó a prodigarse las mejores ocasiones de gol, salvándose de puro milagro la valla albiceleste, ya sea por dos o tres afortunadas atajadas de Carrizo, o por la impericia de sus delanteros.


En el afán de lograr la ansiada conquista, los jugadores locales se fueron con todo y sin nadie en el mediocampo, quedaban anchos y largos boquerones, que aprovechaban los caleranos para llegar rápidamente al arco antofagastino, que se salvó “porque Dios es grande”.

Vino la acción del penal. Ningún jugador puma se disputó con otro, la exclusividad de lanzarlo, lo que revela falta de confianza y, fundamentalmente, temor.



Tiro mal ejecutado, para un arquero muy espigado, como Lucas Giovini –que podía llegar a los rincones-, sobretodo si no se ubicó en el centro del arco, dejando más espacio a su derecha, por lo cual revelaba al delantero que ese era su mejor lado para lanzarse con opción de atajarlo. Eso que parece tan simple, no lo sabe el flaco Ibarra, que permitió que Rubén Bascuñan fuera el ejecutor, un jugador que lanza desde los doce pasos “tarde, mal y nunca”. En su descargo, habría que señalar que a los otros jugadores, les quemó la terrible responsabilidad de derrotar a la “bestia negra”.


No era la tarde de “pastelito” Méndez, que se maneó entero, sólo frente a Giovini, con espacio y balón dominado. Hizo una jugada de más, demoró y se enredó, desperdiciando la ocasión más clara del partido.




Sumando y restando, nuevamente el CDA la sacó barata, porque La Calera tuvo más y mejores ocasiones de gol, con un empate que dejó amargura, pero manteniendo la segunda posición y la ingente preocupación que este equipo “no es más” -¡vaya descubrimiento, si está finalizando el campeonato!- o “es lo que hay”, por lo cual ningún hincha tiene la certeza si se conseguirá el tan ansiado retorno al fútbol grande.



Ante aquello, no vendría mal hacer el sugerido sahumerio y, tanto mejor, si se contrata la asesoría de un sicólogo. Ambas actividades las realizó aquel inolvidable Antofagasta Portuario, cuando se tituló campeón en 1968.


¿Y qué hacemos con los 8 mil y más “yetas”?. A esos, hay que pedirles públicamente que se queden en sus casas, porque con los 2 mil espectadores de siempre, estábamos tranquilos y el equipo ganaba de local…

martes, 19 de octubre de 2010

¡Qué pena…se acabó la buena suerte!

¡Qué pena…se acabó la buena suerte!



Ricardo Araya Maldonado
El Hincha más Hincha del CDA


Al perder 1-2 frente a Temuco, el cuadro antofagastino quedó relegado al quinto lugar. Resultado merecido, jugando pésimo y sin la buena fortuna de partidos anteriores.


Jugando igual que siempre, -a la nada misma-, con los mismos errores de siempre, con las carencias de siempre y cuando lo abandonó la suerte y no apareció ese gol impensado, fortuito y salvador, sucedió lo que se preveía hace largo rato: la derrota del CDA, jugando de local, ante…¿el rival?, qué importa, da lo mismo, si todos han mostrado iguales argumentos, que ponderados en su justa medida, arrojan modestia y pequeñez futbolística, tanto en los repetidos esquemas de jugar “a no perder”, como en la calidad de los jugadores visitantes, sumado a las triquiñuelas habituales para mantener un resultado.


Desde los primeros minutos apareció el “toque…toque”, que tanto gusta a Ibarra en las pichangas, que él llama entrenamiento. Tocando y tocando lentamente, incluyendo los consabidos pasecitos para atrás, no como recurso apurado, sino como esquema de juego y –obviamente- con cero productividad en el arco rival.


Trascurridas seis fechas, el cuadro puma ha ido de más a menos; tiempo suficiente para reiterar que a este equipo antofagastino le falta “peso”, en todo sentido e independientemente de los resultados, no es más que ninguno de los cuadros que han llegado al Estadio Regional y la quinta posición que ocupa actualmente, es el fiel reflejo de su real poderío, considerando que posee la delantera más feble de los ocho equipos participantes, con apenas cuatro míseros goles anotados.


Además, hace rato se le acabó la “cuenta de ahorro”, que traía de la bonificación del torneo anterior; caso contrario la ubicación puma sería peor en la tabla de posiciones.


Temuco, después del 1-2 perfectamente pudo estirar las cifras, cuando los delanteros sureños entraban como “Pedro por su casa”, en la defensa local, mientras que en el otro arco no pasaba nada, aparte de los caramelos que recibía Martínez, el portero sureño y una que otra intentona de cierto riesgo…igual que siempre.


Erick Pino, pese a su gol, jugó un partido horrible, con el “balde” puesto en la cabeza, con el agravante que de un error suyo surgió el gol de la victoria temucana, al perder un balón en la mitad de la cancha, de puro comilón pichanguero, en vez de profundizar el juego hacia el arco rival. De allí para adelante, visiblemente iracundo, su mente se obnubiló e hizo puras chambonadas.


Al ingresar “Pastelito” Méndez, no quiso ser menos en los errores y, como dicen los argentinos “se achanchó”, es decir, ya demostró lo que sabía con el balón, olvidándose del esfuerzo y jugando con el puro nombre. Así como también fracasó el cambio de Castillo por Castilla, es decir “un malo por otro malo”.


Lo de Castilla, huele a esas “metidas de dedo en la boca”, de antaño, a dirigentes ignorantes del fútbol…físico privilegiado, pero “tronco” consumado, en el cabal sentido futbolístico; le quema la pelota en los pies, de una lentitud exasperante; desubicado dentro del campo y –lo peor- no sabe de mañas, como utilizar el cuerpo en la disputa de balones divididos y mucho menos en avivarse y “ganar la posición”…¿quién lo vio, antes de contratarl asombrosa o?...


Preocupante el futuro puma y muy especialmente para quienes se frotaban las manos con el retorno instantáneo a primera división, descartando por supuesto a los aparecidos de última hora, que se subieron al carro de la victoria, porque escucharon en algún lado, que los antofagastinos marchaban punteros…


Meritorio lo de Richard Olivares, notoriamente excedido de peso y falto de chispa y de fútbol, desapareciendo como aporte en la segunda fracción. Ni él, ni nadie, corrieron a reclamarle al juez de línea, el primer gol visitante, en que el balón rebotó en la mano del delantero Quinteros, en un arbitraje que como siempre tuvo sus cosas raras que perjudicaron a los antofagastinos, pero estuvo lejos de ser un “robo”, o de constituirse en factor determinante en la derrota puma.


Así como van las cosas y observando la arremetida, o regularidad de otros equipos, ya no hay que mirar tanto los dos primeros lugares, que significan el ascenso inmediato, sino que humildemente hay que acariciar la posibilidad de acceder a la liguilla de promoción, llegando tercero o cuarto.


Claro, siempre y cuando no prosiga esta “cuesta abajo en la rodada”, en que se encuentra el equipo puma y no se vislumbra por dónde podría enmendar rumbos, más aún si fue expulsado el defensa central Sotomayor, que pese a que hizo agua toda la tarde, es titular en el equipo.
Quizás, -como pueril, inútil e infantil argumento- habría que volver a pensar en que volverá la buena suerte de los partidos anteriores, que de la nada y como por arte de magia, acumulaba puntitos.

martes, 5 de octubre de 2010

Pobrísimo empate, ante 10 mil aparecidos

Pobrísimo empate, ante 10 mil aparecidos
Ricardo Araya Maldonado


Un deslucido empate 0-0 frente a Iquique, que a la postre resultó demasiado premio, que desnudó las falencias y puso en duda el real poderío del equipo antofagastino.




Desilusionados, salieron del Estadio Regional, quienes se subieron, tan tempranamente, al carro de la victoria, que los llevaría rumbo al fútbol de honor. Sí, con la cara larga quedaron esos aparecidos que buscaban goles, buen fútbol, olés incluidos y la infaltable ola, para coronar una supuesta tarde redonda, después de tres fechas invictos, en el torneo de verdad.


El empate 0-0 ante el cuadro de Iquique, fue demasiado premio para los pumas, quienes tuvieron tan sólo una mísera oportunidad de real peligro de gol, en el último minuto del partido. Lo demás, puros “caramelos” para el portero Naranjo; uno que otro remate desmedido y algún tirito, cerca del pórtico.


El factor común fue el enredo y la desorientación e incluso, por largos pasajes del segundo tiempo, “se le vino la noche” a la oncena local; tempranamente Erick Pino se puso pichangero e improductivo; Méndez, aún falto de fútbol, no se constituyó en aporte; los “chiquilines sin historia”, en lo suyo, no solucionando nada. Más la falla endémica, que es la ausencia un goleador consagrado y el flaco Ibarra volviendo a sus lamentables andanzas, de mandarse numeritos, propios del que no sabe. Obviamente, sin contar, su desconocimiento del riesgo que puede generar atacar por las orillas. Todo por el centro y desaprovechando totalmente los lanzamientos de esquina, que por si mismos, constituyen una caja de sorpresa y posibilidad cierta de convertir. En vez de eso, el pase cortito sin ton ni son, que se diluye en el error infantil y, lo peor, encuentra mal parada a la defensa y expuesta al contragolpe letal.




Más claro imposible, para explicar el deslucido empate e inmerecido punto para los pumas.
Con ligeros matices de diferencia, entre un partido y otro, los encuentros de Antofagasta son todos así. Muy lejos de constituirse en un equipo arrasador y con pinta de campeón. A estas alturas del torneo, ya resulta majadero insistir en el juego anodino, con cero sorpresa y sin un líder para enmendar rumbos, cuando reina el desconcierto.
Un cuadro con poquísimo poder de gol y una defensa experimentada, que recibe también pocos tantos; es decir, un equipo fome. Claro que ante Iquique, esa retaguardia hizo agua toda la tarde y los pases al rival sumaron toneladas y si no llegó el gol iquiqueño fue por impericia de sus delanteros, o fortuna. El gol rondó todo el segundo tiempo por la valla albiceleste, precisamente con las sustituciones que no surtieron ningún efecto. Lo que hizo el flaco Ibarra fue cambiar “plata por plata” y en el último cambio se mandó un numerito, para evocar chambonadas pretéritas: ingresó un lateral –Riquelme- por otro lateral –Oyarzún-, como para asegurar el menesteroso empate, jugando de local.


La oncena visitante tuvo más y mejores ocasiones para abrir el marcador y ese gol anulado, fue un error referil, ya que surgió de un entrevero, casi en la boca del arco, jugando el balón hacia atrás, lo cual habilitaba perfectamente al delantero para convertir.


La defensa iquiqueña, “ni se movió de su escritorio” en una tarde tranquila.; para el bostezo. Tanto que Fuentes, ni Taucare necesitaron sacar sus machetes para repartir leña y, mucho menos, “bajar” a nadie, o poner la pierna fuerte a la altura de la medallita, de algún jugador antofagastino.


Nada de goles; nada de buen fútbol; nada de olés; nada de olas. Y nadie –de esos 10 mil aparecidos como por arte de magia- se explicaban cómo Antofagasta marcha en la parte alta de la tabla y sin conocer derrotas en este torneo de verdad.


Unos –los que no saben- dicen que es “la suerte del campeón”; otros, que es el inicio del declive, en la curva de rendimiento. Ni lo uno, ni lo otro, porque “ESE”, es el juego de Antofagasta. Cierto, que es bien poquita cosa, pero suficiente para derrotar estrechamente, a otros que son, a su vez, menos que el CDA.


Y siendo tan poquita cosa, lo más probable es que subirán al fútbol grande…con esa pila de aparecidos en las tribunas, gozando de lo lindo por tres módicas luquitas.

martes, 21 de septiembre de 2010

CDA TRIUNFA CON REGALO DE LOTA

1-0 ganó a Lota, ante error infantil del portero Sotelo

El CDA también recibió aguinaldo dieciochero
Cuando el partido se arrastraba con un justo empate, el arquero fue a contener un balón fácil, pero se le escapó de las manos, traspasando dramáticamente la línea de gol.
Casi en las postrimerías de las celebraciones Patrias, cuando los fiesteros estaban ya cansados de tanto bailar y comer a destajo, divirtiéndose de lo lindo con la exclusiva excusa que es el único centenario que presenciarán... Y cuando otros, de bolsillos más escuálidos se preparaban para hartarse con los tentadores “remates” del cierre de las Ramadas, justo Deportes Antofagasta también recibió su aguinaldo dieciochero.
El encargado de la dadivosa entrega de tres puntos, fue el largilucho arquero de Lota Schwager, Germán Sotelo, que en el intento de atrapar un tirito débil y sin ningún riesgo que lanzó Carlos Castilla, como por arte de magia –o de su torpeza- se le escabulló de las manos y mansamente traspasó la línea de gol, estallando de júbilo las más de cinco mil personas, que acudieron al inicio del campeonato de verdad.
Tan impensada conquista, de ninguna manera vino hacer justicia, porque a despecho de algunas tímidas ocasiones de gol en primer tiempo, después el partido se transformó en un peloteo sin sentido, enredado hasta más no poder y nulas oportunidades de gol en la valla visitante.
A decir verdad, el partido pintaba para un cero a cero, clarito y desabrido, ante un modesto elenco sureño y pese a que su ofensiva no representaba ningún riesgo para Carrizo, los pumas cayeron en sus acostumbradas lagunas de imprecisión, cansancio prematuro en sus hombres claves, pelotazos a lo que salga y, lo principal, sin un hombre de área, lo cual no constituye ninguna novedad, en toda la temporada. Poquita cosa ese tal Castilla.
Se notó la ausencia de Richard Olivares y del argentino Fernando Méndez; uno por su fútbol y exuberante dosis de entrega física y el otro, por su talento para desequilibrar y poner la magia, cuando Erick Pino, se transforma en un “pichangero” más y, por lo mismo, improductivo al cien por ciento.
Sin embargo, lo que más exasperó al público puma, fue la acostumbrada y ya peligrosa inocencia de los jugadores albicelestes, donde lleva la batuta Ronald González, que curiosamente donde mejor rinde -pegado a la banda-, es donde más rehuye desarrollar su juego; sin considerar que actúa como guiado por el mero instinto, lanza un centro a la olla, cuando debe enganchar para dejar en ridículo al lateral; o bien hace el enganche y todo lo diluye con el típico pasecito hacia el lado; ni hablar de la carencia de velocidad y sorpresa en las acciones. Y, en el colmo, lanza el balón afuera de la cancha –en el inútil fair play- cuando el jugador rival ya está de pie y el marcador 0-0…
Unos dicen que es un jugador sin personalidad; otros, que es un flojo de primera; no faltan quienes lo clasifican como inmaduro y los menos aseguran que es taimado, temperamental y juega bien cuando quiere.
En cambio, yo sostengo que le falta la mano de un entrenador exigente y que le enseñe a cabalidad el abc del fútbol, considerando las limitantes de su físico esmirriado; caso contrario, se pasmará, al igual que tantos “chiquilines sin historia”, que han vestido la casaquilla albiceleste.
De igual forma, el CDA es generoso en jugadores “quedaos”, o “pavos”, como dicen los más viejos. Todos impávidos ante tres o cuatro infracciones lotinas, que merecieron tarjeta roja directa, en un arbitraje que si bien no fue escandaloso, como siempre, cargó la balanza a favor de la visita y con jueces de líneas constituidos en simples e intrascendentes adornos. Todos inmutables, ante la pérdida ociosa de tiempo del rival. Todos indiferentes, cuando bien avanzado el partido, el flaco Ibarra, no realizaba cambios, pese al caos generalizado. Todos jugando como mudos, sin un líder para zarandearlos.
Aún así, lo mejor fueron los tres puntos que se quedaron en casa, pero con cierta dosis de preocupación, ya que pese a que los mineros se quedaron con 10 hombres y salieron desprotegidos en la búsqueda de la paridad, el CDA fue incapaz de estirar las cifras y, como casi siempre, el público terminó enardecido implorando la hora.
Claro que después se retiró feliz, con el bonito aguinaldo en el bolsillo.



lunes, 10 de mayo de 2010

…Y ahora viene la chacota

Ricardo Araya Maldonado


El Hincha más Hincha del CDA

Cuando los pumas ganaron de visita y se acercaban al puntero La Calera, se suspende el campeonato para dar paso a la despreciada “Copa Chile”, donde el CDA enfrentará a Mejillones, un equipo de tercera.

Justo cuando los pumas consiguieron otra victoria de visita y se vislumbraba que cazarían a los punteros en las próximas fechas, se suspende la seriedad del torneo nacional para dar paso a la chacota, a través de la tan manoseada e inútil “Copa Chile”.


Un torneo que se arrastra de antaño, cuyo único propósito para la mayoría de los clubes es “dosificar” su campaña, probando a jugadores reservas, “chiquilines sin historia” y otros, que no han tenido la debida continuidad, a través de una mescolanza de partidos, con equipos de primera división; de los potreros; del fútbol amateur y de alguna Junta de Vecinos situadas en localidades apartadas “lejos del mundanal ruido”, de nuestro país.


Esta vez le correspondió participar a la “selección” de San Pedro de Atacama, que -además-, estará integrada por guías turísticos; algún funcionario municipal; visitantes extranjeros y una que otra “galleta”, llegada de Caspana o Chiu Chiu, que se enfrentarán al equipo de la Universidad Católica y más encima será televisada tamaña ridiculez, con “alaracos del micrófono” incluidos.


En el “sorteo” de los partidos, al CDA le correspondió medirse con Municipal Mejillones, un equipito de tercera y sin brillo.. Todos los demás encuentros, están determinados por la vecindad geográfica de los equipos, repitiendo hasta la saciedad “clásicos”, tan vistos como gastados, como por ejemplo Arica con Iquique, se enfrentarán seis veces esta temporada. Y si ambos clasifican a la segunda ronda, aumentará a ocho la repetición.


En el desarrollo de la “Copa Chile”, los vencedores se enfrentan en partidos tan sólo de “ida”, con el agregado de la definición a penales, otorgando una evidente ventaja al cuadro que juega de local; pero como se trata de una diversión, todo está permitido.


Al menos, las versiones más recientes de este vapuleado certamen, otorgan incentivos a ciertos equipos para competir en torneos organizados por los comerciantes de la Conmebol, que –para variar- los campeones son siempre las mismas instituciones del atlántico, salvo una que otra excepción.


Los campeonatos de antaño de la “Copa Chile”, se jugaban por puro amor al arte y por el gusto de pasarla bien, para regocijo de los técnicos que podían hacer lo que se les diera la gana, pues nadie descendía, ni había liguillas de promoción y los campeones recibían una medalla y un diploma, que compraba algún dirigente, en la librería más cercana a su oficina.


Era tanta la chacota, que cambiaban las reglas universales del fútbol y –por ejemplo- los saques laterales no se realizaban con las manos, sino que se transformaban en tiros libres. Y los verdaderos lanzamientos libres, se ejecutaban sin poner barrera de por medio, por lo cual era muy fácil convertir goles. Por eso, los partidos terminaban con marcadores que más parecían de básquetbol.


Claro que esta entretención vacua, también se “dosifica”, para que la chacota no se acabe tan pronto, ya que después de los primeros partidos de “ida y vuelta”, se suspende para dar paso nuevamente a los torneos tradicionales y a la Copa del Mundo 2010.


De allí que es importante que el flaco Ibarra, también tenga instantes de entretención, sin la presión de un resultado y realice todos aquellos experimentos que a menudo se le ocurren en partidos oficiales y que dejan la crema.


O bien, ensaye nuevas fórmulas, considerando que este año tiene la obligación de subir al fútbol grande.







lunes, 3 de mayo de 2010

CDA 1 - Municipal Iquique 0: Más valen tres puntos en la mano, que jugar bonito

Más valen tres puntos en la mano, que jugar bonito


Ricardo Araya Maldonado
El Hincha más Hincha del CDA


Un triunfo ajustado, pero reconfortante consiguieron los pumas, ante los iquiqueños, que los mantiene en la parte alta de la tabla e ilusionados con el retorno al fútbol grande.

Víctor Oyarzún, autor de la única conquista. Fotografía de Archivo

A estas alturas del torneo, cuando el CDA comenzaba a desdibujarse, después de un comienzo espectacular, lo que vale son los tres puntos conseguidos ante los iquiqueños, sin buscar exquisiteces en los argumentos del triunfo por la cuenta mínima, ante Municipal Iquique.



Una victoria justa, enredada y lograda con algo de sufrimiento, no por los empeños finales que pusieron los dragones celestes, sino porque al cuadro local le ronda la “bestia negra” de los empates, bajo la conducción de Ibarra; partidos que iban para goleada, que terminaron en frustrantes reparticiones de puntos, como aconteció durante toda la temporada pasada y también ahora, frente a La Calera y Copiapó.



Y sobre todo, debido a la ausencia de la dupla mágica Pino-Méndez. Claro que las preocupaciones iniciales de ver tantos “nombres” en la oncena iquiqueña, quedaron rápidamente disipadas porque la visita demostró que era muy poquita cosa, ya que estaba conformada por jugadores viejos, troncos, trotones, hacheros y ex turistas del CDA, que más se hicieron notar por meter la pierna fuerte. Tanto, que durante todo el encuentro, fueron muy esporádicas las llegadas de real peligro a la valla de Carrizo. O mejor dicho, “mucho ruido y pocas nueces”, producto de innumerables centros a la olla, o jugadas que se diluían al borde del área, sin ninguna gracia.



Más ameno fue el show del técnico Cantillana -ex Cobresal- que lució espectaculares dotes histriónicas, en una sabrosa mezcla entre payaso y mimo. Además, llegó al estadio disfrazado de terno y corbata, lo cual es una ridiculez por cientos de razones, tan evidentes como prácticas.



El gol albiceleste, se produjo a los 25 minutos. Un desborde del chiquilín González, se atrevió a encarar, ingresó al área e hizo un pase retrasado para que Oyarzún, con un furibundo zapatazo incrustara el balón arriba, en el ángulo, donde no llega ningún arquero.



Antes de esa feliz jugada, lo típico y archiconocido en el planteamiento del CDA: juego cortito; pases al rival o hacia atrás; falta de sorpresa y profundidad. Como que cuesta “calentar motores”.



Y después de la ventaja en el marcador, también lo mismo de siempre: Salida lenta y errática; sin poder de finiquito y –lo peor- por ningún lado apareció el “instinto asesino”, para liquidar el partido, con grandes y propicios espacios para procurarse un festín de goles. Claro que no, porque los pumas carecen de un goleador por excelencia.



Por eso, una vez más el encuentro se “apichangó”, los cambios realizados fueron infructíferos y ante la precariedad ofensiva, sacaron esa “cartita bajo la manga” salvadora (y que volvió a sorprenderme gratamente), que consistió en presionar arriba y en el mediocampo, con una inusual y óptima recuperación del balón (claro que enseguida lo perdían, fácilmente) y un encomiable despliegue físico, cuya resistencia ignoro si alcanzará cuando empiece el campeonato de verdad, con los ocho mejores equipos considerando las series norte y sur.



Por el momento, más allá de acortar distancia con el puntero, se ganó a un rival clásico de antaño –donde había de todo, tanto en la cancha como en las graderías-, un equipo muy venido a menos, representativo de la “Tierra de Campeones”, como se definen los iquiqueños, con total desparpajo.



Necesito –por favor- que alguien me diga de qué son campeones, porque para mis estadísticas, son campeones de nada.


Fotografía de Archivo

lunes, 12 de abril de 2010

DEPORTES ANTOFAGASTA 1 - DEPORTES COPIAPÓ 1

¿SE ACABÓ EL VERANITO DE SAN JUAN?

Ricardo Araya Maldonado
El Hincha más Hincha del CDA


Fotografía de archivo

Deslucido partido brindó el CDA, como puntero del torneo, ante el colista Copiapó, al empatar de local 1-1, con un bajísimo desempeño de la dupla Pino-Méndez, que dejó la gran duda, si acaso los triunfos dependerán tan sólo de la "iluminación" de ambos jugadores.

Fotografía de archivo

Hasta el minuto 30 -cuando el CDA inauguró el marcador- la escuadra local no inquietaba al portero Mandujar, que permanecía como privilegiado espectador, bien peinadito y engominado, tal cual como salió del camarín, porque los pumas eran una sumatoria de errores surtidos, donde imperaban los pases al rival, o desmedidos, o sin profundidad ni sorpresa, principalmente de Erick Pino y Fernando Méndez, cuyos cometidos iniciales denunciaban claramente que no repeterían actuaciones anteriores
A ellos se sumaban la timidez del chiquilín Ronald González y su tendencia a irse al centro del campo y no desbordar por la banda izquierda, sumado al opaco desempeño de Richard Olivares.
Sin embargo, a través de un tiro de esquina -de una ocasional llegada- el jugador Miño tomó un rebote casi en la boca del arco y rompió la paridad, a la cual se aferraba el débil equipo de la tercera región.
A partir de allí, los pumas pudieron estirar las cifras, pero lo impidió el portero visitante, o bien faltó la fineza necesaria para liquidar el partido, aún en la intrascendencia de la dupla Pino-Méndez, que dejó al desnudo una verdad del tamaño del Estadio Regional. Si ellos no funcionan, el resto tampoco, transformándose en un equipo sonámbulo y sin brújula. Así de simple, porque los triunfos más sabrosos, se consiguieron fundamentalmente, bajo la productividad de esta dupla.
Para terminar con la tarde opaca de Méndez, éste salió lesionado a pocos minutos del término de la primera etapa.
Al reanudarse las acciones, la abulía y poca entrega -sin contar los errores futbolísticos-, permitieron que Copiapó tuviera el dominio del balón, pero sin riesgo. Y en una esporádica y confusa jugada, dentro del área grande, pero muy lejos del arco y sin peligro de gol, originó un lanzamiento penal, que más pareció un regalo del árbitro, de reprochable cometido, que a iguales infracciones siempre no aplicaba el mismo criterio para ambos equipos. Además, cobraba "faltitas", en favor de los dirigidos por Mondaca, cerca del área. Es decir, lo que hacen los árbitros que tienen la evidente disposición de perjudicar a un equipo.
Es preciso aclarar que este "saqueo", no fue la causa del pobre empate del equipo local, pero sí obviamente influyó en que los copiapinos manejaran el partido a su antojo, dejaran correr el reloj, con simulaciones de todo tipo, a vista y paciencia del árbitro, al más puro estilo de los equipos argentinos de los años 60 y 70.
Después del empate - a los 60 minutos- y sin el gozo de la "Mendemanía", el CDA no supo atar ni desatar; los errores sumaron toneladas y lo peor y preocupante es que los pumas eran un equipo de jugadores "quedaos", que en lenguaje futbolístico significa que no son aptos para manejar y superar situaciones adversas y mucho menos para dar vueltas olímpicas.
Mientras tanto, Erick Pino, continuaba errático y la entrada de Osman Huerta, tuvo nulo efecto, sin contar los tradicionales numeritos de Ibarra, que hizo ingresa al defensor González, por el lesionado Méndez y otros a destiempo, a los 89 minutos, que a todas luces constituye una falta de respeto para el jugador.
Por allí, casi en el epílogo -y entre tantos desaciertos- una inspiración de Pino, le permitió apilar defensas y su remate pegó en el vertical, fue la única expresión de buen fútbol. Lo demás, para olvidarlo, aunque claramente se pareció a la mayoría de los partidos, que nos tenía acostumbrados el CDA, bajo la conducción de Ibarra de la temporada anterior.
Un empate justo: un verdadero mérito de Copiapó, que es un cuadro de corte amateur, pero que siguiendo las instrucciones del histriónico DT y ex puma Mondaca, manoseó el partido a su regalo antojo, ante la pasividad y discreción de los antofagastinos.
Al final de este pobrísimo desempeño puma, quedó la gran incógnita, si acaso la eficiente actuación de los antofagastinos en partido anteriores, no fue más que un "veranito de San Juan", amparados en los deslumbrantes manejos de la sociedad "Erick y Méndez", que desgraciadamente, en su momentos oscuros, no encuentra el aporte eficiente de nuevos socios.