miércoles, 15 de diciembre de 2010

CDA 2 - S.MORNING 1

Un triunfo que apareció de la nada



Ricardo Araya Maldonado
El Hincha más Hincha del CDA


Fue un triunfo conseguido exclusivamente por esas sorpresivas e inexplicables “cosas del fútbol”, porque después del empate visitante, el equipo local se vino abajo anímicamente y sus arrestos de fútbol desaparecieron por completo, quedando a merced de los delanteros autobuseros. Y si no estiraron las cifras, se debió simplemente a la suerte y a la impericia de los santiaguinos para definir el cotejo.


Santiago Morning, se farreó el partido. Inmediatamente, después del empate, tuvo seis oportunidades clarísimas de gol; desperdiciadas por balones que rebotaban en los fierros del arco; tiros apenas desviados; tole-toles donde pasaba de todo; despejes angustiosos y alguna atajada fortuita del meta Carrizo, con una defensa zarandeada hasta más no poder, que dejaba amplios espacios y no atinaba a nada y tampoco reaccionaba, totalmente descompuesta, pese a los intentos del público por levantarla.


En cada avance visitante, se derrumbaba la frágil estantería puma, con el paraguayo Portillo irreconocible, después de la chambonada que se mandó y costó el empate (un rechazo débil en su área, le entregó el balón al delantero); ni hablar de Oyarzún, que perdió la marca, no reducía espacios y sólo observaba como los delanteros amarillos entraban una y otra vez por su franja.


Era cosa de esperar, porque el tanto de la desigualdad, vendría de todas maneras, sin hacer nada extraordinario; sólo había que enviar un centro a la boca del área, o un pase al vacío y quedaba la crema, con el arquero Carrizo esperando el fusilamiento. El empate ya era demasiado premio para el equipo albiceleste.


El público también lo entendió así y agotó sus fuerzas en el vano intento por “resucitar un muerto”, porque tampoco podía pedir más a un cuadro, que mostró las mismas carencias de siempre y, por lo mismo, con lo que le cuesta convertir goles, el panorama se visualizaba sombrío, ya que los antofagastinos se arrimaban a la valla visitante con los típicos toquecitos de beibi fútbol, sin ton, ni son, en el borde del área.


Hasta que llegó ese tiro de esquina, en que los que saben de fútbol, le pedían a los jugadores que lo enviaran “a la olla” y desobedecieran las instrucciones del flaco Ibarra, de jugarla cortito y que siempre terminaba en una jugadita improductiva, grotesca y que, por el contrario, generaba peligro en el otro arco, desperdiciando una oportunidad de gol, que por si mismo lo constituye un lanzamiento de esquina, aunque el CDA tenga puros enanitos.


Defensa mal ubicada, golpe de cabeza limpio, arriba y esquinado de “tronquito” Escudero y se produce el milagro, cuando restaban cuatro minutos para el término del partido y la explosión de júbilo invade el estadio, poniendo fin al sufrimiento.


Un triunfo increíble, gestado de la nada –la misma fortuna de otros partidos jugados de local-, pero ahora con el agregado, que la defensa local hizo agua vergonzosamente, con jugadores desdibujados, irreconocibles, perdidos en la posición y la marca; situación muy insólita, por decir lo menos, tratándose de jugadores profesionales que, aunque no son ningunas lumbreras, sí tienen largos años de circo, en el fútbol profesional.


Más allá de la desbordante alegría –en la despedida del año, jugando en el Estadio Regional-, la primera opción la tienen los santiaguinos que jugarán de local, conociendo el resultado que necesitan, pero por otro lado es un partido con ingredientes extras, donde podrían suceder las “cosas del fútbol”, similares a lo vivido en la cancha antofagastina.

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