martes, 5 de octubre de 2010

Pobrísimo empate, ante 10 mil aparecidos

Pobrísimo empate, ante 10 mil aparecidos
Ricardo Araya Maldonado


Un deslucido empate 0-0 frente a Iquique, que a la postre resultó demasiado premio, que desnudó las falencias y puso en duda el real poderío del equipo antofagastino.




Desilusionados, salieron del Estadio Regional, quienes se subieron, tan tempranamente, al carro de la victoria, que los llevaría rumbo al fútbol de honor. Sí, con la cara larga quedaron esos aparecidos que buscaban goles, buen fútbol, olés incluidos y la infaltable ola, para coronar una supuesta tarde redonda, después de tres fechas invictos, en el torneo de verdad.


El empate 0-0 ante el cuadro de Iquique, fue demasiado premio para los pumas, quienes tuvieron tan sólo una mísera oportunidad de real peligro de gol, en el último minuto del partido. Lo demás, puros “caramelos” para el portero Naranjo; uno que otro remate desmedido y algún tirito, cerca del pórtico.


El factor común fue el enredo y la desorientación e incluso, por largos pasajes del segundo tiempo, “se le vino la noche” a la oncena local; tempranamente Erick Pino se puso pichangero e improductivo; Méndez, aún falto de fútbol, no se constituyó en aporte; los “chiquilines sin historia”, en lo suyo, no solucionando nada. Más la falla endémica, que es la ausencia un goleador consagrado y el flaco Ibarra volviendo a sus lamentables andanzas, de mandarse numeritos, propios del que no sabe. Obviamente, sin contar, su desconocimiento del riesgo que puede generar atacar por las orillas. Todo por el centro y desaprovechando totalmente los lanzamientos de esquina, que por si mismos, constituyen una caja de sorpresa y posibilidad cierta de convertir. En vez de eso, el pase cortito sin ton ni son, que se diluye en el error infantil y, lo peor, encuentra mal parada a la defensa y expuesta al contragolpe letal.




Más claro imposible, para explicar el deslucido empate e inmerecido punto para los pumas.
Con ligeros matices de diferencia, entre un partido y otro, los encuentros de Antofagasta son todos así. Muy lejos de constituirse en un equipo arrasador y con pinta de campeón. A estas alturas del torneo, ya resulta majadero insistir en el juego anodino, con cero sorpresa y sin un líder para enmendar rumbos, cuando reina el desconcierto.
Un cuadro con poquísimo poder de gol y una defensa experimentada, que recibe también pocos tantos; es decir, un equipo fome. Claro que ante Iquique, esa retaguardia hizo agua toda la tarde y los pases al rival sumaron toneladas y si no llegó el gol iquiqueño fue por impericia de sus delanteros, o fortuna. El gol rondó todo el segundo tiempo por la valla albiceleste, precisamente con las sustituciones que no surtieron ningún efecto. Lo que hizo el flaco Ibarra fue cambiar “plata por plata” y en el último cambio se mandó un numerito, para evocar chambonadas pretéritas: ingresó un lateral –Riquelme- por otro lateral –Oyarzún-, como para asegurar el menesteroso empate, jugando de local.


La oncena visitante tuvo más y mejores ocasiones para abrir el marcador y ese gol anulado, fue un error referil, ya que surgió de un entrevero, casi en la boca del arco, jugando el balón hacia atrás, lo cual habilitaba perfectamente al delantero para convertir.


La defensa iquiqueña, “ni se movió de su escritorio” en una tarde tranquila.; para el bostezo. Tanto que Fuentes, ni Taucare necesitaron sacar sus machetes para repartir leña y, mucho menos, “bajar” a nadie, o poner la pierna fuerte a la altura de la medallita, de algún jugador antofagastino.


Nada de goles; nada de buen fútbol; nada de olés; nada de olas. Y nadie –de esos 10 mil aparecidos como por arte de magia- se explicaban cómo Antofagasta marcha en la parte alta de la tabla y sin conocer derrotas en este torneo de verdad.


Unos –los que no saben- dicen que es “la suerte del campeón”; otros, que es el inicio del declive, en la curva de rendimiento. Ni lo uno, ni lo otro, porque “ESE”, es el juego de Antofagasta. Cierto, que es bien poquita cosa, pero suficiente para derrotar estrechamente, a otros que son, a su vez, menos que el CDA.


Y siendo tan poquita cosa, lo más probable es que subirán al fútbol grande…con esa pila de aparecidos en las tribunas, gozando de lo lindo por tres módicas luquitas.

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