El Flaco Ibarra, comienza a despedirse
Ricardo Araya Maldonado
El Hincha más Hincha del CDA
Perder en el minuto 90, después de ir ganando 1-0 hasta el minuto 87 y con un hombre de más, resulta absurdo e increíble, en un partido en que se disputaba prácticamente el ascenso al fútbol de honor.
Dentro de la ira mezclada con tristeza, es muy fácil encontrar la causa, que se debió –fundamentalmente- a la falta de oficio de este cuadro puma, pese a que contaba con varios hombres fogueados en los pastos del ascenso, pero también con varios “chiquilines sin historia”, que ya demostraron que no serán nada en el concierto nacional y un DT poco idóneo.
Para los tontitos que aún creen en la mala fortuna, les voy a explicar que la falta de oficio, consiste en no saber manejar las acciones de un partido; de no saber que es lo más conveniente para el equipo, cambiando sobre la marcha cualquier planteamiento táctico; de no saber como manejar el reloj; de no saber cómo trabajar al árbitro; de no tener un caudillo; de no tener tampoco, un jugador que le pegue “a todo lo que se mueve” (todos los grandes equipos lo tienen); de carecer de un entrenador cazurro y vivo. Y de ignorar mil detalles, en cada partido, que revelan falta de trabajo específico, concerniente a lo que “podría pasar”, en tal o cual partido.
Y por último, un arraigado desconocimiento de la historia del fútbol, porque nadie le ha contado al flaco Ibarra y a sus jugadores, que los equipos argentinos Estudiantes de La Plata e Independiente, fueron campeones de la Copa Libertadores (incluso campeones mundiales), con jugadores entre discretos y mediocres, pero que ninguno permitía que lo “miraran feo” o “le metieran el dedo en la boca”, dentro de una cancha de fútbol.
De estar a punto de ascender, al término de los 90 minutos, la triste realidad ahora indica, que sólo sirve la victoria en el partido final para acceder al último cupo de la liguilla de promoción, con poca opción ya que históricamente los clubes de primera, superan a los de potreros.
Duele, aún sabiendo que este equipo puma “nunca fue confiable”, con la certeza que la estantería podría ser derrumbada en cualquier instante; jamás apabulló al rival, siempre ganó de fortuna o ajustadamente implorando la hora y en cada partido dejaba la impresión que “algo –o mucho- le faltaba”, inclusive en los mejores momentos cuando marchaba de puntero.
Esta vez, en plena declinación futbolística y opaco desempeño de muchos de sus jugadores, que se arrastra por largas fechas, el partido contra Temuco nunca le resultó favorable en el predominio de las acciones y el cuadro sureño siempre estuvo más cerca de abrir el marcador. Sin embargo, por esas “cosas del fútbol”, los albicelestes se pusieron en ventaja con un gol del delantero Castillo, en el primer cuarto de hora del segundo tiempo.
Y fue este mismo jugador –convertido en un Angel Bustos cualquiera- que se farreó el ascenso a primera división, cuando le quiso pegar de “tres dedos” y desvió solo frente al arco; podía haber hecho mil jugadas distintas y todas se convertirían en gol, ya que estaba con todo el arco a su disposición.
Creo que, cualquiera que sea el desenlace final del CDA –con o sin liguilla- el flaco Ibarra debe ir despidiéndose del club. Ya cumplió su ciclo, sin mayor brillo, dejando a tras una secuela de errores –cualquier DT comete errores, dirán sus defensores- pero los suyos fueron a causa de ignorancia futbolística, lo cual es imperdonable para un hombre de la banca; aparte que no sabe cómo se defiende un resultado en partidos “calientes”, que por lo mismo es imposible perderlos. Y menos, cuando los árbitros ya están en los camarines.
Otra derrota o empate sobre la hora; cuento viejo y repetido: jugadores inocentones, “quedaos”, sin chispa, torpes. En palabras simples, no son “cancheros”, incluyendo al flaco Ibarra.
Cada vez que pone al chiquilín Ronald González, queda la crema, ya que hace rato es de aporte nulo. Ni hablar de Escudero, que ya se visualizó como un “tronco” consumado. “Pastelito” Méndez, ni la sombra de ese jugador de las primeras fechas y Pino, improductivo total, tanto que no siquiera se puso pichanguero. Los demás muy “regulares”, en dosis pequeñas.
Duele esta debacle casi consumada en “la puerta del horno”; claro que se veía venir hace largas fechas, cuya evidencia fue opacada por las ansias de un fanatismo a ultranza, -e igualmente denunciada- con un plantel tan poquita cosa en lo futbolístico; pero también “sin fondo” para manejar un resultado, sabiendo que contaba con una delantera pobrísima en productividad, por lo cual ante cualquier triunfo parcial se requería cuidarlo como “hueso santo” sin importar que se constituya en un equipo desagradable a la vista, pero experto en cosechar puntos.
Una fecha más y se acaba el sufrimiento. Una fecha más y ya no tendremos que soportar más a este flaquito Ibarra.
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