martes, 8 de noviembre de 2011

Y YA LO VE, Y YA LO VE, SOMOS CAMPEONES OTRA VEZ" POR RICARDO ARAYA MALDONADO

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RUGIDOS PUMAS



No. No quiero hablarles del partido, sólo quiero seguir gritando ¡Campeones! Una vez más… cien veces más…todo el día…toda la noche…Déjenme festejar, cantar, reír, llorar…volver a cantar…¡Y ya lo ve, y ya lo ve, somos campeones otra vez, como hace mil años, en el mítico “quillotano”…ese “quillotano” de Juan Pelayo Ayala, Juan Páez, Lucio González, del negro Bravo, del maestro Saavedra…también frente al mismo San Luis…este equipito que se jugó la vida en cada balón, como si alguien le hubiese ofrecido algún jugoso cheque…la otrora parsimoniosa oncena, que no atemorizaba a nadie durante el campeonato, que ahora tuvo descompuesto a mi CDA amado y lo hace ver mal…errático, sin chispa, naufragando en intentonas vanas, durante largos minutos y presos del nerviosismo y la tensión…no; no quiero hablar del partido…sólo quiero recordar cómo grité con toda el alma esos dos goles tan parecidos, mientras estaba ahí el balón, entre que entraba y no entraba, traspasando la línea de gol, para sacar ese grito tantas veces reprimido…¡Campeones!...de comienzo a fin y por partida doble en la misma temporada. Un título de verdad, imponente, majestuoso, con la reluciente Copa a la vista de quienes llevamos los colores albicelestes desde siempre, en la sangre, en la piel, a ultranza e incondicionalmente, en un exacerbado fanatismo, que más que fanatismo constituye un estilo de vida…un modo de ser, de sentir, siempre en base a mi club adorado e incomprensible para los tibiecitos, para los afuerinos llorones, para los seguidores de equipos santiaguinos, los eternos campeones de mentira…no, no quiero hablar, ni me interesan esos equipitos y tampoco quiero comentar el partido, porque más que el fragor de las acciones, miraba incesantemente el reloj, como que no avanzaba, como que se había detenido…por allí para aliviar la tensión, me sumo a los festejos de la ola, ondeando siempre mi amada bandera puma…y sigo mirando el reloj y sigue sin avanzar…y vienen los oles, que nunca me han gustado, porque después de tres toques insulsos termina el balón en los pies del rival, generando acciones de peligro…ya basta de la ola…basta de oles…basta de todo…yo quiero que finalice el encuentro para desatar mi euforia, quiero gritar ¡Campeones! con mi voz destemplada, raída de tanto alentar a mi equipo, en su momentos de confusión, perdiendo por largos pasajes el balón y la prestancia del líder…mientras tanto, evado mi agónico nerviosismo gritando CDA…CDA…CDA…estentóreamente, al igual que todo el estadio, que se ve tan lindo con ese inusitado fervor y con los aparecidos de siempre, que gustan de los carros victoriosos…no ya no puedo más…no quiero más…no doy más…hasta que por fin el árbitro escucha mis suplicas cubiertas de insultos previos…alza sus brazos y toca el pitazo final…allí, sin remilgo alguno, me pongo a llorar –una vez más- por mi CDA amado…pero esta vez de felicidad…de dicha plena.

Ricardo Araya Maldonado
Periodista y escritor


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