martes, 22 de noviembre de 2011

PENSAR CON LA CABEZA FRIA…NO CON EL CORAZON

PENSAR CON LA CABEZA FRIA…NO CON EL CORAZON

Ricardo Araya Maldonado
Periodista y escritor




El último partido de mi CDA amado, frente a Naval, lo observé de forma complaciente, comprensivo y distendido. Nada de gritar destempladamente, dando instrucciones a los jugadores cómo debían comportarse en el campo de juego y, tampoco, llamando al entrenador estentóreamente, en el momento en que debía realizar las sustituciones, según mi parecer futbolístico, como sucedió siempre.

Fue como si jugaran los “campeones de mentira” –esos equipitos albos y azules-, es decir nada me importaba; me daba absolutamente lo mismo, cualquier resultado, porque hace rato que los pumas se titularon campeones y después de tamaño logro, todo lo demás carecía de importancia.

Fue muy lindo “dejarlos hacer” a los jugadores locales. Si eran felices realizando pases cortitos y hacia atrás, bien por ellos; si les gustaba el juego anunciado y lento, pues que siguieran así; o si les quemaba el área y preferían la jugada intrascendente, nada de enojarme, porque todo estaba permitido, en la prolongada alegría que me otorgó la conquista de la segunda gran estrella, en la historia del club albiceleste.

Al final, después del insípido partido, aparecieron los reiterados canticos …”dale campeón”…; “y ya lo ve, y ya lo ve, estamos en primera tra vez”…”campeón, campeón hay uno solo”…y, por supuesto, la entonación del hermoso himno del CDA…mientras se producía una emotiva mancomunión del público con su equipo, en la festiva reciprocidad de los aplausos.

Y cuando se fue el último jugador puma de la cancha, rumbo a los camarines, allí concluyó la temporada y –como lo anticipé en mi comentario anterior- corresponde pensar con la cabeza fría, sin sentimentalismos, ni con el corazón de la abuelita, en la hora de confeccionar la lista de los jugadores aptos para desempeñarse en primera división.

A mi juicio, de todo el plantel, deben continuar en la institución tan sólo 9 jugadores: Carlos Escudero, Sebastián López, David Portillo, Rodrigo Barra, Mauricio Rosa, Víctor Oyarzún, Erick Pino, Patricio Rubina y Richard Olivares.

Todos experimentados –como a mi me gustan los futbolistas profesionales- lo cual garantiza una cuota de tranquilidad para competir con éxito en el fútbol grande, sumados a una docena de jugadores de jerarquía, que deberían llegar para tener una temporada tranquila, porque es archisabido que el equipo que asciende y mantiene casi el mismo plantel, -reforzándose poquito y sin grandes nombres-, corre el serio peligro de regresar, muy prontamente, a los potreros.

Y luchar tanto –y sufrir tanto- para un simple “debút y despedida”, en primera división, no tiene ninguna gracia.

En esa perspectiva, la decisión definitiva no la tienen “los que saben”, sino los que dirigen a mi querido CDA. Y aunque parezca un juego de palabras, siempre es importante guiarse por los consejos de quienes sabemos de este cuento.

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