martes, 21 de septiembre de 2010

CDA TRIUNFA CON REGALO DE LOTA

1-0 ganó a Lota, ante error infantil del portero Sotelo

El CDA también recibió aguinaldo dieciochero
Cuando el partido se arrastraba con un justo empate, el arquero fue a contener un balón fácil, pero se le escapó de las manos, traspasando dramáticamente la línea de gol.
Casi en las postrimerías de las celebraciones Patrias, cuando los fiesteros estaban ya cansados de tanto bailar y comer a destajo, divirtiéndose de lo lindo con la exclusiva excusa que es el único centenario que presenciarán... Y cuando otros, de bolsillos más escuálidos se preparaban para hartarse con los tentadores “remates” del cierre de las Ramadas, justo Deportes Antofagasta también recibió su aguinaldo dieciochero.
El encargado de la dadivosa entrega de tres puntos, fue el largilucho arquero de Lota Schwager, Germán Sotelo, que en el intento de atrapar un tirito débil y sin ningún riesgo que lanzó Carlos Castilla, como por arte de magia –o de su torpeza- se le escabulló de las manos y mansamente traspasó la línea de gol, estallando de júbilo las más de cinco mil personas, que acudieron al inicio del campeonato de verdad.
Tan impensada conquista, de ninguna manera vino hacer justicia, porque a despecho de algunas tímidas ocasiones de gol en primer tiempo, después el partido se transformó en un peloteo sin sentido, enredado hasta más no poder y nulas oportunidades de gol en la valla visitante.
A decir verdad, el partido pintaba para un cero a cero, clarito y desabrido, ante un modesto elenco sureño y pese a que su ofensiva no representaba ningún riesgo para Carrizo, los pumas cayeron en sus acostumbradas lagunas de imprecisión, cansancio prematuro en sus hombres claves, pelotazos a lo que salga y, lo principal, sin un hombre de área, lo cual no constituye ninguna novedad, en toda la temporada. Poquita cosa ese tal Castilla.
Se notó la ausencia de Richard Olivares y del argentino Fernando Méndez; uno por su fútbol y exuberante dosis de entrega física y el otro, por su talento para desequilibrar y poner la magia, cuando Erick Pino, se transforma en un “pichangero” más y, por lo mismo, improductivo al cien por ciento.
Sin embargo, lo que más exasperó al público puma, fue la acostumbrada y ya peligrosa inocencia de los jugadores albicelestes, donde lleva la batuta Ronald González, que curiosamente donde mejor rinde -pegado a la banda-, es donde más rehuye desarrollar su juego; sin considerar que actúa como guiado por el mero instinto, lanza un centro a la olla, cuando debe enganchar para dejar en ridículo al lateral; o bien hace el enganche y todo lo diluye con el típico pasecito hacia el lado; ni hablar de la carencia de velocidad y sorpresa en las acciones. Y, en el colmo, lanza el balón afuera de la cancha –en el inútil fair play- cuando el jugador rival ya está de pie y el marcador 0-0…
Unos dicen que es un jugador sin personalidad; otros, que es un flojo de primera; no faltan quienes lo clasifican como inmaduro y los menos aseguran que es taimado, temperamental y juega bien cuando quiere.
En cambio, yo sostengo que le falta la mano de un entrenador exigente y que le enseñe a cabalidad el abc del fútbol, considerando las limitantes de su físico esmirriado; caso contrario, se pasmará, al igual que tantos “chiquilines sin historia”, que han vestido la casaquilla albiceleste.
De igual forma, el CDA es generoso en jugadores “quedaos”, o “pavos”, como dicen los más viejos. Todos impávidos ante tres o cuatro infracciones lotinas, que merecieron tarjeta roja directa, en un arbitraje que si bien no fue escandaloso, como siempre, cargó la balanza a favor de la visita y con jueces de líneas constituidos en simples e intrascendentes adornos. Todos inmutables, ante la pérdida ociosa de tiempo del rival. Todos indiferentes, cuando bien avanzado el partido, el flaco Ibarra, no realizaba cambios, pese al caos generalizado. Todos jugando como mudos, sin un líder para zarandearlos.
Aún así, lo mejor fueron los tres puntos que se quedaron en casa, pero con cierta dosis de preocupación, ya que pese a que los mineros se quedaron con 10 hombres y salieron desprotegidos en la búsqueda de la paridad, el CDA fue incapaz de estirar las cifras y, como casi siempre, el público terminó enardecido implorando la hora.
Claro que después se retiró feliz, con el bonito aguinaldo en el bolsillo.